02 octubre 2011

Caza



De noche,
justo después de que caiga el Sol detrás del Pico del Águila,
lo estaré esperando.

La escoba, camuflajeada tras los álamos altísimos,
estará lista para el rapto.

Entonces prenderé con mis dedos,
sin que se fije, su muñeca.

Y antes de que entienda lo que pasa,
y mientras nos vayamos elevando
la ciudad pequeñísima
se le hará vértigo en la boca del estómago.


Y en una ermita abandonada,
en un enorme caldero negro
depositaré sus enormes ojos asustados.

Y haré que me miren
y se enciendan de mirarme,
y que cada poro suyo
se haga ojos
y se conflagre todo él...


...y me lo comeré
hasta el último nudillo.


**********


Pero habré de pagar mi crimen...


Y mientras arda en la hoguera,
ellos
me verán con miradas de agua bendita
que atravesarán el fuego y alcanzarán mi piel
y harán ¡fist!
y dejarán llagas de azufre...

¡Es que mi señor, el demonio,
ya me lo había advertido!
no andarás en pos de presas
cuyo andar emule al de los gatos


pero le responderé
desde dentro de las llamas:

¡¿qué más me daba
si desdenantes ya era yo,
cada vez que lo veía,
hoguera?!



Yo soy de esas brujas que ladran mucho...

...pero no muerden.

1 comentario:

Jaime Ruíz Noé dijo...

Sólo diré que me ha gustado mucho.